Una de las transformaciones más profundas que están afectando a la movilidad es el cambio de modelo de compra del vehículo, por el de pago por su uso. Cada vez más personas elijen pagar por el uso efectivo que hacen de un vehículo y no adquirirlo en propiedad, por todos los costes y preocupaciones que conlleva tener un coche.
El coche de alquiler (rent a car) fue la primera forma en la que los usuarios pudieron disfrutar de un vehículo, por un tiempo limitado y pagando por su uso efectivo, sin necesidad de adquirirlo. Pero, con el tiempo, fueron apareciendo más fórmulas, adaptadas a diferentes necesidades, como el renting de coches, los coches por suscripción o el carsharing. Vamos a analizar cuáles son las grandes diferencias entre ellos.
Alquiler o rent a car
El alquiler de coches es casi tan antiguo como el propio automóvil. La primera empresa de rent a car se creó en 1896, en Hamburgo (Alemania) y alguna de las grandes compañías mundiales del sector data de principios del Siglo XX.
El rent a car basa su modelo de negocio en el alquiler de coches por cortos periodos de tiempo y está orientado, principalmente, a ofrecer a los usuarios un vehículo en un lugar diferente al que reside (por ejemplo, para viajes de vacaciones o de negocios).
Un coche de alquiler se paga por días. La contratación y el pago pueden realizarse de forma rápida, en el mismo momento en el que se va a comenzar a usar el vehículo, y solo suele ser necesario disponer del carnet de conducir y de una tarjeta de crédito. Las compañías de coches de alquiler suelen tener sus oficinas y parques de vehículos cerca de centros neurálgicos del tránsito de viajeros, como aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses.
Cuando una persona alquila un coche, solo tiene que hacerse cargo del gasto de combustible y del pago de los extras que elija, por ejemplo, una ampliación del seguro, silla infantil, un equipo de navegación...
Un cliente particular no tiene ventajas fiscales al alquilar un coche, pues no puede deducir ese gasto del IRPF en su declaración de la renta. Pero cuando una empresa o un autónomo alquila un coche, puede desgravar el 100% del IVA y un porcentaje del Impuesto de Sociedades o IRPF, respectivamente, en función del porcentaje del uso personal o para el negocio que vaya a hacerse de ese vehículo. En este sentido, no hay ninguna diferencia con los coches de renting o los coches por suscripción, que permiten hacer las mismas deducciones.
Renting de coches
El renting es un alquiler a medio y largo plazo (suele ser entre 24 y 60 meses) con una cuota fija mensual que incluye, además del alquiler del vehículo, los gastos habituales derivados de su uso: asistencia en carretera 24h, el mantenimiento, el servicio de reparación por daños propios, la sustitución de neumáticos, el seguro de responsabilidad civil y la ITV. La duración del contrato y kilometraje están fijados desde el inicio del contrato. Al finalizar el contrato de alquiler, el cliente puede elegir entre la compra del vehículo a precio de mercado, extender el contrato, renovarlo con otro vehículo nuevo o devolverlo.
La contratación de un renting no es tan rápida y ágil como la de un coche de rent a car, ya que se trata de un contrato a largo plazo que exige más garantías. Cancelar un contrato de renting antes de tiempo supone un sobrecoste, pues la contratación de este servicio supone la entrega de un vehículo nuevo y sus gastos iniciales, como impuestos de matriculación y gestión del vehículo.
La constante evolución y crecimiento del sector del renting ha hecho que aparezcan nuevas fórmulas de renting flexible, con alquileres a más corto plazo (entre 1 y 24 meses, normalmente) con todos los servicios incluidos. Esta modalidad suele ofrecer vehículos en stock, con disponibilidad inmediata.
Coches de suscripción
Esta fórmula es la que menos tiempo lleva en el mercado. Básicamente, se trata de un contrato de alquiler mensual con servicios incluidos que se va renovando mes a mes. Como en el renting, los kilómetros a realizar están limitados y si se hacen más hay que pagar la penalización por kilómetro acordada en el contrato.
La gran diferencia del renting con la suscripción es que en el renting los contratos tienen una duración determinada, mientras que en la suscripción, no. La suscripción mensual se puede cancelar en cualquier momento, avisando con un tiempo, que suele ser de 15 días antes del siguiente periodo de facturación. Esto hace que a igualdad de vehículo, la cuota mensual de una suscripción siempre sea más elevada que la de un contrato de renting.
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