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Los resultados de un análisis realizado por los equipos de consultoría y remarketing de Arval sobre el estado de las baterías de sus vehículos eléctricos ponen de manifiesto una longevidad muy superior a las garantías ofrecidas por los fabricantes.

Arval cerró 2024 con un aumento en sus resultados empresariales: su flota alcanzó los 1.796.396 vehículos a nivel mundial, lo que supone un crecimiento orgánico del 5,6% respecto a 2023.

Esta iniciativa se enmarca dentro del enfoque integral de Arval para abordar dos de los grandes retos de la movilidad: que las personas puedan desplazarse de un modo seguro y reduciendo las emisiones de CO2.

Arval presenta ‘Arval On Mobility’, una serie de encuentros en los que se profundizará sobre temas relevantes y de actualidad relacionados con la movilidad, a través del conocimiento de los expertos de la compañía y la valiosa aportación de clientes y colaboradores.

Arval Consulting ha creado un libro blanco que describe la posición de los híbridos enchufables en Europa y establece recomendaciones a los gestores de flotas para su uso, reconociendo su papel como tecnología de transición hacia una movilidad corporativa descarbonizada.

España se queda atrás en la oferta y uso de soluciones de movilidad corporativa comparada con el resto de Europa. La satisfacción de los empleados con la movilidad corporativa es baja en nuestro país, en contraste con otros países europeos donde la oferta es considerablemente mayor.

En 2025 la flota propia de Arval España será 100% eléctrica y sostenible, más de 150 coches que dejarán de emitir CO2. Con motivo del Día Mundial del Vehículo Eléctrico, Arval Mobility Observatory ha realizado un estudio exclusivo para determinar el grado de conocimiento que los conductores de vehículos de flotas corporativas tienen sobre esta tecnología.

Arval España se ha unido a ‘Empresas por la Movilidad Sostenible’, una plataforma que agrupa a más de 50 organizaciones cuyo objetivo es fomentar la movilidad sostenible a través de la colaboración, para producir un cambio efectivo.

El desarrollo de la primera Zona de Bajas Emisiones en Europa se le atribuye a Estocolmo en 1996. Desde entonces, muchas otras ciudades europeas han adoptado las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) como parte de sus estrategias para reducir la contaminación del aire en los centros urbanos y los riesgos derivados para la salud y el medio ambiente.